October 25, 2009

Too cool for school



Josh Ollins para la revista Numero en su edición de octubre de 2009.

Me encantan los detalles tan ochenteros tal como lo plasma la segunda fotografía ;-)






October 24, 2009

William Selden



Editorial del fotógrafo William Selden con la modelo Kaitlin Aas para la revista Dazed & Confused en su edición de noviembre de 2009.














October 11, 2009

Tacones, ¿por qué nos gustan tanto?


«Mira cómo son», me dijo mi amiga, mostrando sus nuevos Jimmy Choo. «Me dan ganas de ponerlos en una estantería, como una escultura.» Frente a mí tenía unos zapatos de salón negro con tacón de metal plateado que, efectivamente, parecían una obra de arte. Su tacón, lógicamente, era de aguja. Afilado y alto. Muy alto, casi infinito.

Realmente tenía razón: eran una escultura. Una apreciación que no habría tenido sentido si hubiéramos estado ante un zapato plano, por maravilloso que fuera. A nadie se le ocurriría elevar unas bailarinas a la categoría de arte, no importa cuán hermosas sean. Ésa es la magia del stiletto, nombre con el que los zapatofílicos y expertos en moda del mundo conocen a los zapatos de tacón de aguja: ellos transforman algo eminentemente práctico y hecho para caminar, como son unos zapatos, en «algo más». En un símbolo de deseo, un fetiche irresistible. Un objeto rodeado de un aura turbadora y hasta peligrosa, como su nombre indica: stiletto significa literalmente 'estilete', 'daga afilada', en italiano.

Pasos de mujer, miradas de hombre. Las opiniones convergen para encontrarle al stiletto cualidades que le son propias, pero cuando se trata de la fantasía asociada al objeto, nos ponemos a pensar. El zapato, ¿gusta primero a los creadores que lo fabrican –en su mayoría, hombres– o encanta a las mujeres que los llevan? ¿El zapato tiene sexo?

No cabe duda de que el tacón de aguja ocupa un lugar de honor en la simbología erótica masculina. Los stiletto desvisten más que visten, muestran a la vez que tapan. Pensemos en una mujer sin ropa: es una mujer desnuda. Esa misma mujer sin ropa, pero vestida con tacones de aguja, se transforma en depredadora sexual. Una fascinación que han retratado una y otra vez artistas como Helmut Newton, que convirtió a sus amazonas alzadas sobre tacones imposibles en su imagen de marca, o que inspiraron a David Lynch para Fetish, su colección de fotografías de mujeres (des)vestidas con tacones imposibles del famoso creador de zapatos Christian Louboutin. Un francés que confiesa que se enamoró de la magia del tacón de aguja viendo bajar las escaleras del escenario a las bailarinas del Moulin Rouge parisino. «Me obsesiona la forma en 'S' que se crea cuando una mujer lleva tacones –declara–, hacen que le cambie el centro de gravedad y camine de forma más sexy. Además, la obligan a andar más despacio: su paso lento le permitirá vivir más experiencias.» Por lo tanto, el zapato de salón sería una fantasía masculina. «Muchos creadores de calzado masculino se desmadran con modelos de zapato de salón arquitecturales y delirantes que las mujeres encuentran imponibles», precisa la diseñadora francesa Karine Arabian. «Las creadoras tienden a privilegiar la comodidad», indica Christian Louboutin. «Si bien es cierto que si una clienta me dijera '¡Parecen tan cómodos!' al ver uno de mis diseños, me daría la impresión de estar vendiendo pizza...» Curiosa declaración en un hombre que confiesa tener más de 30 pares de comodísimas chanclas hawaianas...

Un prodigio de diseño. Porque si existe otra gran verdad respecto a los stilettos (además de su indudable atractivo sexual), es que no están creados para recorrer largas distancias. Lo que no significa que no tengan que ser una proeza técnica. Un buen diseñador siempre es consciente de la importancia de la estructura. «Un zapato combina diseño de moda con el diseño industrial», afirma Ursula Mascaró. «Más aún cuando hablamos de stilettos, que deben estar tecnológicamente superestudiados para que el tacón no se rompa, para que en su base quepan los clavos y el tornillo que lo sujetan a la suela y para que el tobillo tenga estabilidad. Y, según la altura del tacón, debemos elegir uno u otro tipo y ancho de tapa.» Mientras reflexiona sobre la complejidad del diseño, comenta riendo: «¡Ay, si supieran la que montamos para hacer un zapatito, a nadie se le ocurriría decir que son caros!». Manolo Blahnik es igualmente consciente del elemento arquitectónico de un tacón de aguja. «El equilibrio de mis zapatos es perfecto porque tienen una estructura increíble. Por eso hacen que la mujer que se los pone se sienta de inmediato segura y sexy.»

El filo del tacón de aguja. Sexy. Ésa es la palabra clave. A los hombres les atraen y les fascinan, y muchas mujeres asumimos el precio de sentirnos más sexies subidas a unos tacones. Si no, ¿por qué a nadie en su sano juicio se le ocurriría constreñir su pie a las antianatómicas medidas de un stiletto?

Los tacones de aguja aumentan la presión sobre las rodillas en un 26 por ciento, y hasta en un 80 o un 90 por ciento sobre el metatarso. Alteran la alineación de caderas y columna, empujando el centro de gravedad hacia la parte delantera del pie. Provocan que se encoja la fascia plantar y se acorten los gemelos y el tendón de Aquiles. De hecho, el acortamiento de este último es el causante de que muchas mujeres que sólo llevan tacones se quejen de ser incapaces de caminar con zapato plano. Causan un engrosamiento doloroso del tejido nervioso (neuroma de Morton, que se produce entre el tercer y el cuarto dedo del pie) y los más conocidos juanetes, dedos en martillo y deformidades en el hueso del talón. Por no contar con el riesgo de caídas y torceduras de tobillo inherentes a esta subida a las alturas: un estudio inglés afirma que cuatro de cada diez caídas están causadas por los tacones. Y que en las Islas Británicas se gastan más de 30 millones de euros al año en operaciones quirúrgicas destinadas a corregir el daño causado por ellos.

Ganar centímetros y poder. Pero... ¿qué es eso comparado con la sensación de poder que da elevarse del suelo auxiliada por un estilizado stiletto? ¿A quién le importa cuando dejas de posar los pies firmemente en el suelo para elevarte sobre el mismo? «Me siento más poderosa cuando llevo tacones», dice Tamara Mellon, directora de la firma Jimmy Choo, su alma creativa y mejor modelo. «Me gusta ser más alta y mirar a los hombres a los ojos desde su misma altura.»

Una mujer que lleva tacones se siente dueña de su propio destino. No es casualidad que, tras su divorcio, Lady Di dejara atrás no sólo a su más bajo marido, sino, con él, sus sensatos zapatos con tres dedos de tacón para redescubrir y disfrutar de los más sensuales stilettos. O que Nicole Kidman celebrara su divorcio de Tom Cruise afirmando, liberada, «¡por fin puedo volver a llevar tacones!». Como dice Manolo Blahnik, «cambian a la mujer al instante y de inmediato». Louboutin insiste: «Son ellos los que llevan a la mujer, y no lo contrario. Al combar su silueta y elevar su pie, cambian completamente su porte». Y, como la mujer que ama sus stilettos no piensa renunciar a ellos, encontrará formas que la ayuden a culminar con éxito su ascenso a las más altas cumbres. Los buenos diseñadores incluirán en sus creaciones un poco de plataforma, que reduce la presión, y una pequeña almohadilla en la zona del metatarso, para acolchar cada paso, y cuidarán que estén realizados en un material flexible y suave. Habrá quienes les añadan plantillas de gel de silicona, otro truco calmante, y las ricas y famosas de Nueva York llegarán a inyectarse ácido hialurónico y colágeno en la almohadilla del pie para hacerla más acolchada y así aguantar mejor las molestias. Y las adictas al stiletto pueden incluso apuntarse a las clases de entrenamiento para tacones. Dice la leyenda que el secreto de los andares de Marilyn era llevar un tacón algo más corto que el otro para acentuar el contoneo de las caderas... Siendo así, ¿cómo resistirse a su atracción?


Stefanie Milla
XL Semanal
4 de octubre de 2009

October 07, 2009

Reinas Rusas



Norman Cavazzana, fotógrafo.